Recordando al Conejo...


Tenía 29 años cuando murió. Hoy tendría 70, más del doble de los años que vivió. Lo que hizo en 29 años es mucho más que lo que la mayoría de personas llega a hacer en 70.

Nació y vivió en Quito, Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Alegre, lleno de energía, multifacético, simpático, con un estupendo sentido del humor, con una inteligencia privilegiada ("niño genio" le decían en la universidad), fan de los Beatles, de Pink Floyd y de Les Luthiers, siempre listo para un partido de fútbol. Su debilidad: la Coca Cola.

Lector y escritor incansable, brillante profesor, estudioso del marxismo, fundador del Movimiento Revolucionario de los Trabajadores (MRT), entregado a la lucha política y a la organización social por un Ecuador con justicia social, por una izquierda revolucionaria unida y sin dogmatismos, por unas ciencias sociales comprometidas con la transformación política y social en favor de los más pobres y, en especial, de los campesinos y los indígenas.

Leía de todo: de Economía, de Sociología, de Historia, de Psicología, de Lingüística, de Antropología, de Religión, de Música, de Literatura. Su biblioteca era un mosaico,  actualizado siempre con las últimas novedades. No había campo o tema que no le interesara. En cada libro dejaba su nombre, sus marcas y notas de lector acucioso y atento.


El "Conejo" - como le llamábamos - vivió la vida intensamente, sin descanso, de prisa, como si anticipara que sería muy corta.

Se graduó del colegio y entró a la universidad a los 16 años. Se casó a los 21 y fue papá a los 23. Su hijo, músico, es hoy mayor que él, y tiene una hija, Camila, que no conoció.

Su recuerdo y su ejemplo están presentes en las vidas de quienes le quisimos y en las nuevas generaciones de jóvenes que no le conocieron pero que saben de él a través de sus padres o abuelos.

Hijo de dos notables maestros: Ermel Velasco Mogollón y Blanca Margarita Abad. Estudió la secundaria en el Colegio Benalcázar, en Quito.

Mural de Oswaldo Guayasamín en la Universidad Central





En 1972 se graduó de economista en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) con la tesis "Ecuador: Subdesarrollo y Dependencia", escrita cuando tenía 21 años.

El profesor más joven de la Facultad de Economía de la PUCE y de la Escuela de Sociología de la Universidad Central.

La Editorial El Conejo - con su lema: "El Ecuador Escribe" - se creó en su memoria, en 1979, y se estrenó con el libro "Reforma agraria y movimiento campesino indígena de la Sierra", publicado después de su muerte.

La Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas Unitaria de Trabajadores (CEDOCUT) tiene el Periódico El Conejo, en su honor, así como la “Escuela de Capacitación Fernando Velasco”.

Una estatua suya está desde el 2007 en FLACSO-Quito, en el Parque Cultural que lleva su nombre, inaugurado por el Municipio de Quito con ocasión del Congreso Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales (29-31 octubre, 2007).

Un seminario internacional para analizar su legado intelectual y político se realizó en FLACSO el 27-28 noviembre de 2013. Una cuenta en Twitter se creó para el efecto: @VelascoAbadF

Los extraordinarios poderes del Conejo - renombrado por su vocación y capacidad para juntar, para articular, para mediar y limar diferencias - volvieron a hacerese patentes en esta convocatoria. Fiesta de re-encuentro con viejos conocidos y compañeros a quienes no se había visto hace años. Cita intergeneracional. Evento político-intelectual pero también fuertemente emocional para quienes le conocimos. Gente hoy distanciada y hasta enfrentada política e ideológicamente, compartiendo un mismo panel. Nacionales y extranjeros. Sesentones y veinteañeros. Académicos, organizadores sociales y sindicalistas. Funcionarios de gobierno y militantes en la oposición. Unos hablando del Conejo-autor y del Conejo-cita; otros hablando del Conejo-vivencia, del entrañable Conejo cuya vida y cuya muerte nos marcó a tantos y de tantas maneras. "El mejor de todos nosotros", como dijo Manuel Chiriboga.

Durante el evento se estrenó la película documental "El Conejo Velasco" elaborada por Pocho Alvarez, quien fuera su amigo. Un testimonio no solo del legado del Conejo, sino del de toda una generación. En octubre de 2014 la película se presentó en París como parte de la muestra elegida para la Semaine du Cinéma Équatorien.



 


Forjado en la privilegiada década de los 60s, el Conejo vivió en la era predigital. Sus escritos los escribió a mano, con su inconfundible letra escolar y prolija, en fichas bibliográficas, libretas, cuadernos, hojas sueltas.

Muchas de sus publicaciones vieron la luz como folletos, cartillas, volantes, confeccionados artesanalmente y con tirajes pequeños, propios de la época. Muchos otros quedaron sin publicarse, borroneados en soportes caseros, varios a medio terminar. Estamos digitalizando algunos de esos materiales, impresos y en audio, para que las nuevas generaciones puedan conocer al Conejo también a través de Internet.

Organizador y movilizador excepcional ... ¡lo que estaría haciendo el Conejo con estas tecnologías!

¡Lo que sería este blog si él mismo escribiera y lo administrara!
 

En este blog
» Compilación de algunos Textos amigos, sobre El Conejo
» Adiós a Gonzalo Abad
» Adiós a Manuel Chiriboga
» La generación del 60: 'baby boomers'
» Quito de antes, Quito de hoy 

En OTRA∃DUCACION
» El orgullo de ser maestra (dedicado a Blanca Margarita Abad de Velasco)



Fernando Velasco

por Luis Mora Ortega

Fernando, como se dice coloquialmente, era una persona fuera de serie. Ciertamente muy inteligente, en grado excepcional. Precoz: graduado de bachiller y economista en edad más temprana de lo habitual. Más allá de la cronología lo que verdaderamente llamaba la atención era su formidable y temprana madurez intelectual y humana. Su tesis para graduarse de economista causó impresión entre sus profesores y compañeros. Así como el protagonismo que tuvo en la lucha social, especialmente junto a obreros y campesinos.

En la Universidad Católica, conjuntamente con otros estudiantes, inició la lucha por la reforma de la estructura de poder de este centro académico y la modernización del pensum de estudios. En su Facultad mantuvo un periódico mural, “La Escoba”, que se convirtió en foco de polémica y discusión sobre los problemas universitarios, sobre todo de la Facultad de Economía. En alguna ocasión publicó sólo una pregunta: ¿Y qué hace el centro de investigaciones, ah?, lo que motivó a dicho centro a publicar un extenso informe de su actividad, que realmente era poco significativa. Los estudiantes se decían en su mayoría “apolíticos”, lo que en el contexto universitario significaba asumir en los hechos una posición ideológica de derecha, la mayoría de las veces francamente confesional, en contraposición con su posición de izquierda, laica y secular, pese a lo cual ejercía una gran influencia sobre sus compañeros que lo respetaban y apreciaban en alto grado.

Al inicio, el grupo de estudiantes reformistas era reducido y conformado fundamentalmente por estudiantes de Derecho. Fernando fue dirigente desde el comienzo y una de las mentes más sagaces. En su origen, por poco tiempo este grupo se denominó Democracia Cristiana Universitaria, luego devino en Frente de Izquierda y más tarde en Movimiento de Transformación Universitaria.

En su trato tuvo siempre un fino, inteligente sentido del humor. Sus comentarios divertidos, al paso, valían, muchas veces, más que cualquier sesuda argumentación.

Fernando no era creyente y no lo fue nunca, sin dejar de ser respetuoso con quienes sí lo eran. Recuerdo mucho una larga conversación sobre el cristianismo: con gran frescura y lucidez reflexionaba sobre la Biblia, y en general sobre el cristianismo, como una aproximación a una mitología interesante, pero mitología al fin. 

Gran conocedor del pensamiento de Marx, uno de los mejores del país, asumió el marxismo con sentido crítico y abierto. Ciertamente no iba con él ser dogmático en ningún aspecto, lo que no era muy común en esa época.

Gran lector, le acompañaba siempre algún libro. Sus lecturas le habían dotado de una amplia cultura. No era simplemente un erudito en varios campos sino que digería a profundidad las páginas de sus libros. Fernando era de esas personas, raras, que captaba el pensamiento ajeno e iba más allá, forjando criterios y convicciones propias, es decir formando su propia manera de pensar y ver la realidad.

Su contacto con CESA, Central Ecuatoriana de Servicios Agrícolas, e INEDES, Instituto Ecuatoriano para el Desarrollo Social, fue posiblemente su primera experiencia con campesinos y trabajadores, a los que dedicó mucho de su vida.

Días antes de su alejamiento conversamos sobre el estudio que iba a elaborar para la publicación del libro La economía política del Ecuador durante la Colonia, del dominico José María Vargas, trabajo que le había encomendado la Corporación Editora Nacional para uno de los volúmenes de la Biblioteca Básica del Pensamiento Ecuatoriano. Había elaborado el esquema de este estudio, en pocas páginas manuscritas que deben reposar en algún lugar.

Estas breves líneas obviamente no son una reseña sobre toda la riqueza de su personalidad y trascendencia como pensador y activista. Son, eso así, algunos recuerdos personales que conservo, especialmente de la ápoca universitaria. Y quieren ser el testimonio del profundo aprecio, admiración y acendrado cariño que pervive en mi corazón cuando su memoria luminosa asoma de tarde en tarde a lo largo de los años.

¡Qué gran pesar fue su alejamiento, sin duda!