Fernando Velasco

por Luis Mora Ortega

Fernando, como se dice coloquialmente, era una persona fuera de serie. Ciertamente muy inteligente, en grado excepcional. Precoz: graduado de bachiller y economista en edad más temprana de lo habitual. Más allá de la cronología lo que verdaderamente llamaba la atención era su formidable y temprana madurez intelectual y humana. Su tesis para graduarse de economista causó impresión entre sus profesores y compañeros. Así como el protagonismo que tuvo en la lucha social, especialmente junto a obreros y campesinos.

En la Universidad Católica, conjuntamente con otros estudiantes, inició la lucha por la reforma de la estructura de poder de este centro académico y la modernización del pensum de estudios. En su Facultad mantuvo un periódico mural, “La Escoba”, que se convirtió en foco de polémica y discusión sobre los problemas universitarios, sobre todo de la Facultad de Economía. En alguna ocasión publicó sólo una pregunta: ¿Y qué hace el centro de investigaciones, ah?, lo que motivó a dicho centro a publicar un extenso informe de su actividad, que realmente era poco significativa. Los estudiantes se decían en su mayoría “apolíticos”, lo que en el contexto universitario significaba asumir en los hechos una posición ideológica de derecha, la mayoría de las veces francamente confesional, en contraposición con su posición de izquierda, laica y secular, pese a lo cual ejercía una gran influencia sobre sus compañeros que lo respetaban y apreciaban en alto grado.

Al inicio, el grupo de estudiantes reformistas era reducido y conformado fundamentalmente por estudiantes de Derecho. Fernando fue dirigente desde el comienzo y una de las mentes más sagaces. En su origen, por poco tiempo este grupo se denominó Democracia Cristiana Universitaria, luego devino en Frente de Izquierda y más tarde en Movimiento de Transformación Universitaria.

En su trato tuvo siempre un fino, inteligente sentido del humor. Sus comentarios divertidos, al paso, valían, muchas veces, más que cualquier sesuda argumentación.

Fernando no era creyente y no lo fue nunca, sin dejar de ser respetuoso con quienes sí lo eran. Recuerdo mucho una larga conversación sobre el cristianismo: con gran frescura y lucidez reflexionaba sobre la Biblia, y en general sobre el cristianismo, como una aproximación a una mitología interesante, pero mitología al fin. 

Gran conocedor del pensamiento de Marx, uno de los mejores del país, asumió el marxismo con sentido crítico y abierto. Ciertamente no iba con él ser dogmático en ningún aspecto, lo que no era muy común en esa época.

Gran lector, le acompañaba siempre algún libro. Sus lecturas le habían dotado de una amplia cultura. No era simplemente un erudito en varios campos sino que digería a profundidad las páginas de sus libros. Fernando era de esas personas, raras, que captaba el pensamiento ajeno e iba más allá, forjando criterios y convicciones propias, es decir formando su propia manera de pensar y ver la realidad.

Su contacto con CESA, Central Ecuatoriana de Servicios Agrícolas, e INEDES, Instituto Ecuatoriano para el Desarrollo Social, fue posiblemente su primera experiencia con campesinos y trabajadores, a los que dedicó mucho de su vida.

Días antes de su alejamiento conversamos sobre el estudio que iba a elaborar para la publicación del libro La economía política del Ecuador durante la Colonia, del dominico José María Vargas, trabajo que le había encomendado la Corporación Editora Nacional para uno de los volúmenes de la Biblioteca Básica del Pensamiento Ecuatoriano. Había elaborado el esquema de este estudio, en pocas páginas manuscritas que deben reposar en algún lugar.

Estas breves líneas obviamente no son una reseña sobre toda la riqueza de su personalidad y trascendencia como pensador y activista. Son, eso así, algunos recuerdos personales que conservo, especialmente de la ápoca universitaria. Y quieren ser el testimonio del profundo aprecio, admiración y acendrado cariño que pervive en mi corazón cuando su memoria luminosa asoma de tarde en tarde a lo largo de los años.

¡Qué gran pesar fue su alejamiento, sin duda!   

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