Fernando Velasco, por Enrique Ayala Mora

Omar Arregui, La Compañía, Quito - Quitomas
Hace tres décadas, antes de cumplir 30 años, Fernando Velasco Abad era ya uno de los economistas más notables del Ecuador, brillante profesor universitario, autor de varios textos fundamentales sobre el país, lúcido renovador de las Ciencias Sociales y activo promotor de la organización campesino indígena. Por años se había dedicado al trabajo de promoción agraria, llegando a ser asesor principal de la emergente Federación Nacional de Organizaciones Campesinas, Fenoc. Al mismo tiempo, fue uno de los promotores del Frente Unitario de los Trabajadores, FUT.

Era un hombre sencillo, alegre y jovial. Nacido en una familia de destacados maestros laicos, había hecho una carrera estudiantil meteórica. Se graduó de bachiller a los 16 años y de economista a los 20 en la Universidad Católica del Ecuador. En cuestión de meses era ya profesor de esa casa de estudios y también de la Central. Su tesis, que debió esperar años para ser publicada, fue leída por muchos y marcó una nueva etapa de los estudios económicos e históricos. Otros trabajos, sobre cuestiones campesinas y economía internacional, tuvieron mucha influencia nacional y traspasaron nuestras fronteras.

La elevación de la conciencia de los campesinos y sus demandas por reforma agraria habían impulsado el robustecimiento de su organización nacional. Al mismo tiempo que crecía la Fenoc avanzaba también en ella, como en otros organizaciones, un proceso de avance de una definición política por el socialismo. Fue así como se transformó en un referente de la lucha social en el país.

En todo este proceso Fernando Velasco fue un referente. Con una concepción moderna de la organización, privilegió el trabajo de formación. En este empeño se lo encontraba dando cursos y seminarios en muchos lugares del país. El 9 de septiembre de 1978, en medio de un viaje de trabajo con dirigentes de la Fenoc, perdió la vida en un fatal accidente de tránsito.

A los 30 años de su muerte, muchos de mi generación recuerdan a Fernando Velasco como el ‘Conejo’, la forma coloquial en que lo tratábamos. Muchos jóvenes no han oído hablar de él, ni saben que una editora se llama El Conejo justamente por él. A lo mejor son admiradores de Juan Fernando Velasco, pero no saben que es su hijo. Pero su huella sigue presente en los estudios sociales y la organización popular. La Fenoc, que ahora se llama Fenocin, en el cuadragésimo aniversario de su fundación, honró su memoria y le puso su nombre a su décimo congreso nacional reunido en Portoviejo.

El flamante sucesor de Pedro de la Cruz en la presidencia de la Fenocin, Luis Andrango, al asumir su cargo, planteó el compromiso de mantener o profundizar el compromiso de la organización con la lucha por el socialismo. Ese será, ciertamente, el mejor homenaje a la memoria del ‘Conejo’ Velasco.



* Enrique Ayala Mora, Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB), Quito. Publicado en El Comercio, Quito, 9/12/2008

Fernando Velasco, por Pepe Laso






Diario Hoy, Quito, 4 noviembre de 2007
Incluido en el libro: Pepe Laso Rivadeneira, Tiempos y palabras, Universidad Andina Simón Bolívar-Sede Ecuador, Corporación Editora Nacional, Quito, agosto 2018.


La tierra está húmeda por la lluvia , Vamos reconociéndonos los amigos, que venimos de diferentes lugares, diferentes tiempos, llamados por la memoria.

Junto al edificio de FLACSO, el Municipio de Quito ha decidido nombrar a un pequeño parque, con el nombre de Fernando Velasco, uno de los más importantes cientistas sociales, que nos dejó libros fundamentales como su tesis Ecuador: Subdesarrollo y dependencia o su trabajo sobre Reforma Agraria y Movimiento Campesino Indígena de la Sierra, entre otros escritos. Fernando murió una madrugada, en un accidente de tránsito, a los 29 años, en la plenitud de su vida.

El Director de FLACSO Adrián Bonilla hizo una síntesis del pensamiento de Fernando Velasco y al finalizar su discurso se le quebró la voz.

Algo, entonces me atravesó y quizá porque vi a su hijo, Juan Fernando Velasco, el cantautor, tan parecido a su padre, la memoria me trajo, como suele acontecer, esa impresión, de que eso alguna vez ya lo había vivido.

Recordé algunas cosas sencillas que vivimos, los años que trabajamos juntos. Ibamos ya por el segundo día, y los campesinos de Pusir Bajo en el Valle de El Chota, no asistían al pequeño curso de contabilidad que dictábamos. Nuestras mujeres nos habían fabricado unos pequeños costalitos de tela y unos billetes de esos que venían con unos caramelos baratos, que eran nuestro material pedagógico. Cuando preguntamos por qué no llegaban al curso, nos dijeron que no venían porque nosotros estábamos alojados en la casa de la voladora. Cuando mencionaron la palabra escoba, comprendimos que la dueña de la casa era la bruja y era la prestamista. Nos mudamos y comenzaron a llegar. Cada dos horas la pequeña aula de la escuela se llenaba de asistentes diferentes. Fernando entonces les dijo que si se cambiaban tanto no iban a aprender nada. Lo que pasa, compañero, es que cada vez que entramos, ustedes nos dan un cuaderno y un lápiz y nosotros los juntamos para los niños que van a la escuela.

Jorge Sanjinés, el gran cineasta boliviano, nos había traído sus películas y creo que ya había filmado aquí: “Llucshi caimanta” sobre la expulsión del Instituto Lingüístico de Verano. Fuimos con Fernando a Tena, a dictar un curso a las organizaciones campesinas y llevamos la película. El traqueteo de nuestro jeep Nissan destrozó el foco del proyector. Tienen uno, nos dijeron, en la Misión Evangélica. Hablamos con un pastor norteamericano que, por nuestros pelos largos, sospechó que la película era cuestión de El Maligno. Le convencimos de que él mismo nos acompañara. Aceptó, con la condición de que después de nuestra película, él pasaría una sobre la Pasión de Nuestro Señor. Durante la proyección los ojos del pastor parecían ascuas ardientes. Dijo que él dirigiría el foro con los campesinos quichuas. Tuvimos que salir afuera con Fernando a reírnos desaforadamente cuando el pastor, en su media lengua, comparaba la escena del baño de los comuneros al pastor gringo en la película de Sanginés, con la traición de Judas, al Jesús anglosajón, rubio e imperial.

“A las aladas almas de las rosas
de almendro de nata te requiero
que tenemos que hablar de tantas cosas
compañero del alma, compañero”.

Reminiscencias del Conejo, por Guadalupe Tobar

Arte indígena - Tigua, Ecuador
La fama del economista joven se expandió entre los militantes cristianos. Siendo aún estudiantes de secundaria, tuvimos un primer encuentro con él. Nos habían convocado a una charla en San Roque, a una casa donde habitaba uno de los grupos de cristianos mayores, ya universitarios, que habían decidido compartir la vida con barrios populares de Quito. Se trataba de una experiencia apoyada por Iglesia y Sociedad en América Latina. Sería el año 1969, cuando juntarse era clandestino y pensar era subversión. Nos nutríamos de Paulo Freire, la Teología de la Liberación y de la acción eclesial de Proaño.

Tras la militancia juvenil en Acción Católica y luego del año de clausura de la Universidad Central, nos abocamos a la política universitaria engrosando las aulas de la Escuela de Sociología, enmarcados en el debate por la Fe y la Política, animados por las Encíclicas Sociales que ponían la mirada en América Latina y la opción preferencial por los pobres. Allí reencontramos al Conejo como maestro, tan joven como nosotros que nos resultaba contemporáneo. Genial pedagogo con quien muchos aprendimos a pensar, razonar, deducir y concretar.

Maestro, compañero, amigo. Luego de clases le acompañábamos a cambiarle los pañales a Juan Fernando. Compartimos farras de juventud, entonando a viva voz los cantos de la Violeta Parra y Víctor Jara. Tantas jornadas de análisis y formación política tuvieron siempre al Conejo como referente. Así llegamos a un hito importante: el primer encuentro nacional de Cristianos por la Liberación, realizado en Cuenca en 1972. Ese evento fue seriamente orientado por el Conejo, Alfredo Castillo y el Alejo Moreano, marcando un momento histórico en nuestras convicciones. Tras este evento se gestó el Movimiento Revolucionario de Izquierda Cristiana que, si bien se integró con muchos estudiantes de organizaciones de base, fue asimilado como la escisión radical de un partido político de la época.

El reto universitario se plasmó en la huelga de la Escuela de Sociología posicionando nuestro planteamiento. Aliados con la Juventud Socialista se logró el golpe maestro: derrotar el poder tradicional del PCMLE en la FEUE, aunque fue el único momento. La realidad nacional se había movido con gran velocidad y dramatismo. Todavía fuimos testigos de procesos de sangre indígena en Chimborazo a los que acudíamos durante la Reforma Agraria, afirmando nuestra vocación por lo rural y permitiendo al Conejo leer la estructura de la Hacienda Tradicional Serrana, uno de sus trascendentales análisis. El surgimiento del movimiento obrero le permitió impulsar procesos organizativos y de formación sindical. Una amplia colección de materiales pedagógicos fueron herramientas para educar a los gremios laborales, de los cuales todavía conservamos algunos manuscritos.

No era nada más que la coherencia de su pensamiento trascendiendo a la gestión. Así pensó la sociedad y fomentó organizaciones como la Federación de Organizaciones Campesinas y la Central de Organizaciones Clasistas. Pensó el desarrollo y conformó organismos como la Central Ecuatoriana de Servicios Agrícolas y la Central Ecuatoriana de Servicios Urbanos. Pensó la política social e impulsó el Movimiento Revolucionario de los Trabajadores. Pensó la política de estado y gestó el Fondo de Desarrollo Rural Marginal. Precisamente en la cima de la visión histórica, la vida nos arrebató sus secretos y su luz, pero no su memoria.

Sigues siendo maestro.

Guadalupe Tobar

Mi amigo, el “Conejo” Velasco, por Gerardo Bacalini (Argentina)

Gonzalo Endara Crow

Corrían los años 72-73 y viajé al Ecuador en calidad de Responsable de las Relaciones Internacionales de APEFA (Asociación para la Promoción de las Escuelas de la Familia Agrícola), invitado por el INEDES (Instituto Ecuatoriano para el Desarrollo Social) y CESA (Central Ecuatoriana de Servicios Agrícolas).

A partir de esta visita, tuvimos en Argentina, más precisamente en Reconquista, Norte de la Provincia de Santa Fe, sede de APEFA, a dos becarias ecuatorianas que, creo recordar, eran Lola Casco y Clemencia Quishpe.

Pero fue en CESA donde conocí a Fernando (“el Conejo”) Velasco, junto a Fausto Jordán y Carlos Arrobo. Con ellos hicimos una gran amistad y especialmente con el Conejo, invitándome inclusive a estar en su casa y conocer a Rosa María y también a su hijito, el hoy famoso cantautor Juan Fernando Velasco.

Eran años muy especiales en Latinoamérica y el Conejo estaba muy interesado en tomar contacto con los movimientos de los 70 en Argentina. Es por ello que viajó conmigo desde Quito y pasamos juntos varios días en Buenos Aires. Tuvimos largas noches de conversaciones sobre la situación imperante y el futuro revolucionario en nuestros países.

También él, junto con otros compañeros ecuatorianos, me ayudaron a organizar en Balzar (Ecuador) un encuentro sobre “formación para el medio rural”. Mientras estábamos en ese encuentro, una tardecita el Conejo organizó una reunión con campesinos de la Costa. Nos vinieron a buscar y nos condujeron “bien cuidados”, al anochecer, entre plantaciones de bananos, a una casa montada en pilotes. Allí tuvimos una “extraordinaria y recordada” cena y reunión con dirigentes campesinos, tanto por lo que se comió y bebió, así como por el contenido de lo conversado. Volvimos a la madrugada también muy acompañados y cuidados por varios campesinos. Fue una experiencia que no he podido borrar de mi mente con el tiempo.

Como tampoco puedo olvidar otra reunión que el Conejo me organizó, en la trastienda de un bar de Guayaquil, con un alto dirigente que se llamaba Adolfo Tutivén. También entre cervezas y cervezas, debatimos largamente sobre la realidad ecuatoriana, argentina y de América Latina en general.

En todas estas actividades que mantuvimos con el Conejo, se podía destacar en él la capacidad de análisis político y el compromiso militante. Para mí fue un maravilloso aprendizaje.

Y, como era de esperar, una gran despedida de nuestros encuentros fue en un comedor de Quito con caldo de patas y cerveza. El humo del caldo les empañaba los anteojos a Fausto y al Conejo. Acalorados y felices, debatíamos y nos peleábamos. Sobre todo, soñábamos… con una sociedad más justa en cada uno de nuestros países.

Buenos Aires, Argentina
Noviembre de 2007

El pensamiento y la acción política de Fernando Velasco - Alejandro Moreano

Fernando Velasco - Marcha 1 de Mayo, Quito

Una de las características más sorprendentes del pensamiento y el estilo de Fernando Velasco es su claridad y sencillez; su transparencia. Y es que esa transparencia es expresión de otra, mucho más profunda y significativa: aquella que dice relación con la correspondencia inmediata y directa de su pensamiento con el movimiento general de la sociedad ecuatoriana.

En efecto, en el desarrollo de su pensamiento, en las condensaciones, virajes y desplazamientos del mismo, se puede leer de manera casi inmediata las vicisitudes del desarrollo político de las fuerzas sociales más avanzadas del Ecuador contemporáneo. Nadie como él para constituir un pensamiento tan extremadamente sensible a la vida. De allí que en los movimientos de su pensamiento y acción política se manifiesten de manera transparente las relaciones de fuerza de la sociedad ecuatoriana, en los terrenos social, político, ideológico.

Procedente de las filas del humanismo cristiano, una de las vertientes de pensamiento revolucionario de América latina, Fernando Velasco atravesó diferentes fases y distintas concepciones: del humanismo al materialismo, de las ideas democristianas al socialismo revolucionario, de las tesis de la CEPAL al análisis marxista de las estructuras del capitalismo dependiente, de las capas medias progresistas a la praxis revolucionaria de los trabajadores.

Por supuesto, ese periplo de Fernando Velasco no fue un mero producto de su voluntad política, honestidad personal y sed insaciable de conocimientos. Fue la expresión, mediada por esas grandes capacidades, del desarrollo objetivo de la lucha de clases. América Latina, a partir de la revolución cubana, y en menos de 20 años, atravesó y superó vertiginosamente épocas enteras del desarrollo político de la humanidad. De las mil y una noches a las corrientes de vanguardia, de la edad de piedra a la era atómica, América cantó al unísono los sones precolombinos, los cantos gregorianos, la Marsellesa y la Internacional. En el espacio de casi 30 años que vivió Fernando Velasco, América Latina unificó la revolución francesa y la bolchevique, la formación auténtica de la nación y el internacionalismo militante de la clase obrera. Desarrollo desigual y combinado, amalgama de épocas distintas, sucesivas y simultáneas a la vez; mosaico, jeroglífico y rompecabezas: el movimiento real de la sociedad latinoamericana fue un motor extremadamente rico y múltiple para el desarrollo de un pensamiento político lleno de mutaciones y virajes, pero vivo y germinal.

En la subjetividad de Fernando Velasco, ese proceso se manifestó en su descubrimiento progresivo del marxismo y la radicalización creciente de su compromiso político.

El origen y el desarrollo del pensamiento y la praxis de Fernando Velasco se sitúan, precisamente, en la fase de transición de las corrientes ideológicas revolucionarias no marxistas al período de la lenta producción del pensamiento marxista. En efecto, entre 1968 y 1973, el pensamiento de Fernando Velasco estuvo dominado por las corrientes cepalinas y la Teoría de la Dependencia en el nivel económico; las tesis radicales de la Democracia Cristiana en el terreno político; y el humanismo cristiano de la CELAM, y de la Declaración de Medellín de la Iglesia Católica en el plano ideológico.

Educado en el seno de la ideología católica, Fernando Velasco siguió la línea evolutiva de los grupos cristianos conmovidos por la crisis del viejo aparato conservador de la Iglesia, los vientos renovadores del papado de Juan XXIII, el Concilio Ecuménico Vaticano, y el surgimiento de corrientes progresistas y aún revolucionarias en el seno de la Iglesia. Junto a ellos participó en acciones sociales en el pueblo, bajo la guía de las tesis de la Pedagogía de la Liberación de Paulo Freire, y organizó el “secuestro” del párroco progresista de la iglesia Iñaquito de apellido Camarata para impedir su traslado a España. De hecho, sus primeros pasos en la comprensión política del mundo, tenía que darlo en el seno de la atmósfera ideológica en la cual se había formado.

Tal fue una de las razones fundamentales de que en la década del 70 hayan surgido nuevas fuerzas revolucionarias –que tuvieron en Fernando Velasco uno de los principales organizadores y dirigentes– sin continuidad alguna con los movimientos de los 60. Nuevas fuerzas, producto del ingreso de la clase obrera a la escena social en medio de un auge significativo del movimiento de masas, especialmente campesinas, y de un movimiento ideológico peculiar, sin conexión con el pensamiento de los Frentes de Liberación Nacional y que tuvo su origen más bien en las concepciones y en la práctica de los círculos cristianos revolucionarios y en la llamada vertiente de izquierda de la Teoría de la Dependencia.

Desde 1973-74, hasta su trágica muerte el 9 de septiembre de 1978, la vida de Fernando Velasco estuvo totalmente ligada a tres procesos fundamentales, cuya unidad fue el motor de la izquierda ecuatoriana: el fortalecimiento de la unidad y lucha de las tres grandes Centrales Sindicales nacionales, especialmente la CEDOC, el desarrollo del pensamiento marxista cuyo objeto central es la lucha de clases del actual Ecuador; y, como expresión aún débil e incompleta de un proceso de fusión también débil e incompleto de los dos procesos anteriores, la formación de un nuevo movimiento revolucionario, el MRT, y la unidad del conjunto de la Izquierda.

Su compromiso con la lucha sindical y política de los trabajadores es, sin duda, el eje central de la vida de Fernando Velasco y el motor del desarrollo de su pensamiento. En sus funciones de dirección de la CEDOC y de organización y dirección del MRT (Movimiento Revolucionario de los Trabajadores) jugó un papel importante en la orientación de la lucha general de los trabajadores ecuatorianos.

Forjado en el compromiso militante con la lucha gremial de los trabajadores, Fernando Velasco sintió la necesidad de trabajar denodadamente por crear las condiciones para la construcción de la organización política de la lucha obrera y popular.

Esta comprensión permitió a Fernando Velasco iniciar el segundo gran viraje en su práctica y en su pensamiento. Si en 1972-73 se desplazó de la acción social de los grupos cristianos bajo una concepción demócrata cristiana a la participación en la lucha directa de los trabajadores, en 1975-76 se desplazó a la acción política revolucionaria conciente: el activista sindical devenía en militante revolucionario.

La producción intelectual de Fernando Velasco cubre una variedad de gamas: el carácter de la formación social ecuatoriana y de su historia, el problema del imperialismo y la lucha nacional, las transformaciones agrarias y el movimiento campesino, la formación de un sindicalismo clasista y revolucionario, la relación entre la vanguardia política y los sindicatos, la educación ideológica y política de las masas, problemas de la táctica y la estrategia. Es decir, los principales problemas teóricos y políticos, cuya correcta comprensión es fundamental para la organización y dirección del proceso revolucionario.

En el libro Ecuador: subdesarrollo y dependencia, en el capítulo “La estructura económica de la Real Audiencia de Quito” del libro Ecuador, pasado y presente, Fernando Velasco enfrenta el problema del carácter de la formación social ecuatoriana y de su historia. Difícil y complejo problema que ha suscitado un amplio movimiento teórico e investigativo en las décadas del sesenta y setenta y en el cual participaron múltiples intelectuales. En el momento en que dichos textos fueron escritos, predominaba en el pensamiento social latinoamericano y ecuatoriano, la corriente denominada Teoría de la Dependencia.

El análisis del problema agrario, formulado en su libro Reforma agraria y movimiento campesino indígena de la Sierra es, sin duda, el mejor aporte de Fernando Velasco al pensamiento marxista ecuatoriano y el mejor estudio político sobre el tema. Respecto a los anteriores escritos varios años antes, constituye la expresión del desarrollo del pensamiento de Fernando Velasco en correspondencia con el desarrollo de la lucha social.

Otros estudios sobre las transformaciones agrarias de las dos últimas décadas, especialmente los de Andrés Guerrero, han demostrado con rigor científico el carácter general del proceso y las principales determinaciones económicas del mismo. Pero el libro de Fernando Velasco eleva esos análisis al plano político, los desarrolla en la comprensión de la lucha de clases gestada en el curso de la llamada reforma agraria, y descubre lo que es consubstancial al pensamiento leninista: la estrategia y la táctica de las diversas clases y sus representantes políticos.

Fernando Velasco murió, a los 29 años, cuando se encontraba en plena actividad teórica y práctica para enfrentar y resolver esos problemas planteados por la vida. Pero dejó señalados los lineamientos básicos: lucha independiente, progresiva hegemonía del proletariado y semiproletariado rurales, amplio frente que articule la lucha por la democracia, la tierra, el poder y el socialismo.

En diferentes artículos y textos, en sus libros sobre la economía ecuatoriana, en una conferencia suya publicada con el título “La dependencia, el imperialismo y las empresas transnacionales”, Fernando Velasco plantea con toda seriedad y en toda su profundidad el problema nacional del Ecuador como país dependiente dominado por el imperialismo. Le interesa particularmente analizar las nuevas características de esa dominación: el control directo de los procesos productivos fundamentales por el gran capital financiero internacional, el desplazamiento de las inversiones del sector primario-exportador a la producción industrial. Esa reorientación tiene una importancia política fundamental, pues implica que el imperialismo ha dejado de estructurar una alianza con las fuerzas precapitalistas, para entrabar el desarrollo del capitalismo en las formaciones sociales dependientes deviniendo, por el contrario, uno de los motores del peculiar desarrollo del mismo.

En esas condiciones, la lucha por la soberanía nacional adquiere un sentido y perspectiva distintos. El imperialismo no constituye una estructura de opresión externa, sino un proceso permanentemente internalizado en todos los órdenes de la vida de nuestros países. La llamada “burguesía nacional” no tiene pues, una base material de existencia, menos aún de desarrollo. La lucha antiimperialista no tiene otros protagonistas que el proletariado, el campesinado, los sectores semiproletarios y las capas medias progresistas; y, se encuentra objetivamente ligado a la lucha contra la opresión del capital. Por otra parte, Fernando Velasco analiza las nuevas formas orgánicas y jurídicas asumidas por el capitalismo mundial: la empresa transnacional.

Es decir, para Velasco, la organización revolucionaria es un complejo y múltiple proceso histórico, reivindicativo, político, ideológico, teórico, cuyo eje vertebrador es la existencia y la praxis material de los trabajadores. Sin duda, el problema es mucho más complejo de lo que hemos señalado y Fernando Velasco alcanzó a escribir y reflexionar. Empero, sus tesis mantienen gran validez en los momentos actuales.

Y, precisamente porque Fernando Velasco concibió a la dirección revolucionaria como un complejo proceso histórico, no redujo jamás su dimensión a las estructuras orgánicas formales de las actuales agrupaciones de la Izquierda. Más aún, consideraba que esa dirección revolucionaria es aún una empresa futura a estructurarse en los momentos de crisis revolucionaria y que en la actualidad asume la dialéctica viva de la unidad contradictoria del conjunto de la Izquierda ecuatoriana. De allí, su participación decidida en esa unidad, en el seno de la cual la crítica y la autocrítica constituyen, según él, los elementos fundamentales de su desarrollo interno.

La ideología tecnocrática como atmósfera valorativa de la producción teórica, prácticamente domina el escenario de las ciencias sociales. Frente a esta situación, el ejemplo de Fernando Velasco es altamente significativo. Dotado de una formación intelectual más bien burguesa y tecnocrática, objeto de tentaciones por los dueños del poder, Fernando Velasco supo avanzar y establecer claramente su compromiso, abierto, público, directo y práctico con los trabajadores y la acción revolucionaria. Más aún, para Fernando Velasco, el único criterio de verdad fue la eficacia política, la capacidad del pensamiento para elevarse a la formulación de una estrategia y una táctica de lucha por el poder revolucionario.

En medio de las luchas más limitadas y estrechas, de las fases de reflujo del movimiento obrero y popular, Fernando Velasco supo insistir en la necesidad de la concentración teórica y política, del fortalecimiento de la unidad ideológica, de la independencia política histórica, de la tenaz conservación de los objetivos estratégicos, del sueño revolucionario.

Fernando Velasco fue un ejemplo de intelectual revolucionario.

* Tomado y adaptado del Prólogo del libro de Fernando Velasco: Ecuador: subdesarrollo y dependencia, 15 de febrero de 1981.

Mi experiencia compartida con el Conejo en Riobamba... por Calos Jara

Monseñor Leonidas Proaño
En buena medida, lo que soy hoy tiene mucho que ver con mi experiencia compartida con el Conejo en Riobamba, junto a Leonidas Proaño. Nos metimos juntos a trabajar en Zimiatug y compartimos muchos eventos de capacitación a organizaciones campesinas.

Estábamos con Enrique Ayala en Inglaterra cuando perdimos al Conejo. Me sumo a un recuerdo, que más que ello, un valor histórico para este país en transformación. Su visión y sueño por un Ecuador emancipado sigue vigente.

 

Carlos Jara
Director en Desarrollo Rural para America Latina del IICA
Costa Rica

Fernando Velasco Abad, discurso de Margarita Carranco


Omar Arregui, Cielo Quiteño - Quitomas

Discurso de Margarita Carranco Obando, Vicealcaldesa de Quito,
el 30 Octubre 2007, en FLACSO, Quito


Me siento privilegiada al dirigirles a ustedes unas palabras, una de las cosas buenas o privilegios que tiene el gobierno local es decidir por ustedes el poner nombres a las calles parques y espacios públicos. El Concejo Metropolitano por pedido de la FLACSO decidió ponerle nombre a este parque, el de un hombre que fue un ejemplo de trasgresión en el país, una de las figuras jóvenes más importantes.

Tengo cercanía con este tema, Doña Blanca Margarita Abad de Velasco fue mi dirigenta en el Colegio Manuela Cañizares y la autora de mi primer empleo a mis 18 años como maestra del Colegio Rumipamba.

Trabajé con Rosa María Torres, ex esposa de Fernando Velasco, en la Campaña Monseñor Leonidas Proaño. Conocí a Juan Fernando Velasco Torres desde que era pequeño, ahora es un gran artista nominado a dos premios internacionales, digno hijo de este gran hombre y esta gran mujer. Trabajo cerca de Margarita Velasco, su hermana, en el tema de los derechos de niños, niñas y adolescentes.

Hemos escuchado en los discursos anteriores las facetas de Fernando Velasco pero nos queda una por conocer, cuando estaba leyendo la biografía de él, el lado humano y cotidiano de su vida, consideré importante compartir con ustedes la emoción y orgullo que sentí al leer.

Nació en Quito el 27 de Abril de 1949. Hijo del profesor Ermel Velasco Mogollón y de la profesora Blanca Margarita Abad Grijalva, natural de Chone, Manabí.

De cuatro años aprendió a leer y a escribir con su madre, a los cinco sabía las cuatro reglas y leía casi de corrido los libros de ella, también calculaba mentalmente y conocía los conceptos de medidas y el sistema métrico decimal. Entonces le aplicaron la prueba mental OTIS (Revisión Therman) y salió con un altísimo cociente intelectual.

De seis años entró a la escuela particular del Prof. Ulpiano de la Torre en la calle Santiago de la Urbanización Larrea, dio examen y lo pusieron directamente en el tercer grado, porque su padre se opuso a que fuera al cuarto que le correspondía en conocimientos, debido a su cortísima edad. En dicha escuela comenzó siendo un niño problema porque le tocó una profesora recién graduada a la que corregía constantemente; su madre, recomendó que lo llenaran de trabajos para mantenerlo siempre ocupado. Sus compañeros le apodaban “Enanito sabio” debido a sus conocimientos. De siete años aprendió a sacar la raíz cuadrada y como lo hacía mentalmente, su Prof. Tomás Rivadeneira, asombrado de tanta facilidad para el cálculo, le enseñó la raíz cúbica. En sexto grado fue nombrado presidente del grado y con tal motivo planificó y llevó a cabo exitosamente un Periódico Mural y una Mesa Redonda sobre la vida de Eloy Alfaro y tuvo que leer íntegramente La hoguera bárbara del novelista Alfredo Pareja Diezcanseco, y consultar otras obras menores. Como dato curioso vale anotar que siendo aún de corta estatura dirigió la Mesa Redonda arrodillado sobre una silla, dada la altura del escritorio. Finalmente terminó la Primaria con Medalla de Oro a los diez años.

Entonces quiso entrar al Colegio Benalcázar, pero el rector Carlos Andrade Marín, asombrado de su poca edad, le tomó personalmente los exámenes porque “ese colegio no era casa cuna”. El niño pasó exitosamente en Gramática, Ortografía y Matemáticas y al serle preguntado que era la Literatura respondió. —Es la expresión escrita de la belleza. —¿Por qué lo sabes? —Porque ayudo a mi mamá a CORREGIR LOS EXAMENES de sus alumnas de Castellano en el Normal 24 de Mayo. Ella me paga 20 sucres en cada ocasión. El Rector, más asombrado que nunca, solo atinó a responder: —Has entrado al Benalcázar por tu talento, y le concedió inmediatamente la correspondiente matrícula.

Durante esa etapa educacional brilló igual que en la primaria. En el cuarto curso editó una revista literaria que aunque solo salió un número dio mucho que hablar en las aulas y solo tenía trece años.

Después aprobó las pruebas de inglés y viajó a Houston en gira de tres meses de intercambio estudiantil. El 65, de solo dieciséis años, fue Bachiller en Físico-Matemáticas y recibió la Medalla de Oro.

Ya era conocido como niño prodigio y por sus excelentes notas fue exonerado del examen de ingreso en la Facultad de Economía de la Universidad Católica, donde le conocieron sus compañeros por el apodo de “El Conejo” debido a que era el estudiante más joven de la Universidad.

A principios de febrero del 66 empezó el primer curso editando el periódico mural La Escoba que causó escozor en el ambiente pacato de dicho centro de estudios, pues pedía la movilización estudiantil para crear una federación que tuviera representantes en los órganos directivos; a los pocos días figuró entre los treinta fundadores del Frente Revolucionario Universitario, primera organización política que se creó en la Universidad Católica de Quito, se afilió a la Democracia Cristiana Universitaria (1) y luchó contra la Junta Militar de Gobierno que cayó en marzo.

Tantas actividades en tan corto tiempo le hicieron conocido entre estudiantes y profesores, al punto que fue solicitada su participación en diferentes programas. Trabajó para la creación de la Extensión Universitaria, para una escuela de la FEUCE en Palugillo y en las zonas rurales de Malchinguí y Quiroga, así como en las marginadas zonas urbanas de las Comunas de las Casas y Bellavista y fue no solamente el inspirador sino también su más sacrificado trabajador, según frases de su amigo Gonzalo Ortiz Crespo.

Entre 1966 y el 68 formó parte del Instituto Ecuatoriano de Desarrollo Social, INEDES, que en el 69 lanzó como ensayo de diagnóstico de la realidad ecuatoriana la obra Dos mundos superpuestos.

En 1971 se graduó de Economista con la tesis “La dependencia, el imperialismo y las empresas transnacionales”, texto que aún se utiliza en la Universidad Católica y comenzó a dictar Sociología en las Facultades de Economía y Sociología de dicha Universidad con enorme éxito, dadas sus buenas disposiciones. En 1970 contrajo matrimonio con Rosa María Torres del Castillo y en 1972 nació su único hijo, Juan Fernando Velasco Torres.

Posteriormente trabajó para el Fondo de Desarrollo Urbano, FODERUMA, y en cumplimiento de una misión a Santo Domingo encontró la muerte en un accidente de tránsito, perdiendo el país a uno de sus más prometedores líderes comunitarios y escritores de avanzada social.

Sus amigos formarían años después la Editorial El Conejo, llamada así en su memoria.

Este es Fernando Velasco un gran hombre que no se conformó con la sociedad tal como estaba estructurada y decidió contribuir en el cambio desde las ciencias sociales.

Ahora será este parque el que lo sienta a través de todos los que lo usen maestros y estudiantes que trajinarán en este espacio.

El nos ha enseñado a todos y todas que no debemos perder jamás la capacidad de indignación frente a lo injusto, que debemos de ser trasgresores con el sistema, que debemos dejar de acomodarnos a él, olvidándonos que debemos ser transformadores.

Nos enseñó que debemos ser capaces de transformar nuestra vida primero, para así trasformar la vida de los y las demás. Si no somos capaces de transformar nuestra propia vida no seremos capaces de transformar la vida de los demás, de la ciudad de, del país y del continente, porque podemos tener el mejor presidente del mundo, el mejor alcalde del mundo, las mejores autoridades del mundo, pero si no somos las mejores personas del mundo, no cambiará absolutamente nada. En nuestras manos están los cambios, ese es nuestro reto asumámoslo.

Municipio del Distrito Metropolitano de Quito nombró al parque cultural de FLACSO “Fernando Velasco Abad”


Congreso Latinoamericano y Caribeño de
Ciencias Sociales - Octubre 2007

En FLACSO Ecuador, del 29 al 31 de octubre, se desarrolló el Congreso Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales que agrupó alrededor de 1600 investigadores y académicos de América Latina, Norteamérica, Europa, Asia e incluso África.

El evento tuvo como objetivo proporcionar una plataforma de encuentro y debate sobre los desafíos para la integración y concertación latinoamericana así como pasar revista al estado de la investigación sobre la realidad social, política y económica de la región.

El Congreso fue inaugurado, por el presidente de la República, doctor Rafael Correa, y contó con la participación de autoridades de los organismos multilaterales de Iberoamérica como: Enrique Iglesias, secretario general de la Comunidad Iberoamericana; Enrique García, presidente ejecutivo de la CAF; Carlos Álvarez, presidente de la Comisión de Representantes Permanentes del MERCOSUR; y representantes de la OEA y de la Comunidad Andina.

(Ceremonia de inauguración)

Se desarrollaron alrededor de 320 mesas de debate, conferencias magistrales, diálogos académicos y paneles especiales a partir de 16 ejes temáticos: Democracia y procesos políticos, Economía y modelos de desarrollo, Educación, Medio ambiente y sociedad, Relaciones internacionales e integración, Migración y población, Estudios de género, desarrollo local, Historia y pensamiento social, Seguridad, Trabajo y mercado laboral; Estudios de la ciudad, gestión del riesgo y desastres; Comunicación, cultura y política; Etnicidad, identidades y movimientos sociales; Pobreza, exclusión y desigualdad; y Sociedad, cultura y literatura.

El encuentro que se realizó en conmemoración del quincuagésimo aniversario del Sistema Internacional de FLACSO, agrupó a reconocidos cientistas sociales como Roger Bartra, Universidad Nacional Autónoma de México; Roberto Da Matta, Universidad Católica de Río de Janeiro; Saskia Sassen, Columbia University; Carlos Sempat Assadourian, Colegio de México; Joan Martínez Alier, Universidad Autónoma de Barcelona; Bolívar Echeverría, Universidad Nacional Autónoma de México; Paul Israel Singer de Brasil; Tristan Platt, Saint Andrew University; Helen Safa, Institute for the Study of the Americas; Maxime Molyneux, University of London; Manuel Antonio Garretón, Universidad de Chile; Manuel Alcántara, Universidad de Salamanca; Jean de Munck, Universidad de Lovaina; entre otros.

En el marco del Congreso se llevó a cabo el Encuentro de Editores de Revistas de Ciencias Sociales así como reuniones de trabajo de varias redes de investigación como el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales-CLACSO, el Observatorio de las relaciones Europa-América Latina-OBREAL, la Red de Investigadores Latinoamericanos de Economía Social y Solidaria (RILESS) y FLACSO.

También se efectuaron varias actividades paralelas. En el Hall del Centro de Convenciones se montó la Feria Internacional del Libro que reunió a las más importantes editoriales y librerías especializadas en ciencias sociales de América Latina y se desarrolló un Festival Internacional de Cine y Documentales Latinoamericanos.

El 30 de octubre, se develó la Placa con la cual el Municipio del Distrito Metropolitano de Quito nombró al parque cultural de FLACSO “Fernando Velasco Abad”, en reconocimiento a uno de los intelectuales más importantes de las ciencias sociales ecuatorianas.

Arte Actual con la muestra colectiva En construcción que reunió alrededor de 20 artistas ecuatorianos que exploran las nuevas tendencias de la expresión plástica.

El Congreso que constituye el evento académico más importante de la historia de FLACSO fue clausurado por María Fernanda Espinosa, ministra de Relaciones Exteriores del Ecuador.

Mayor información:
www.congresoflacso50.org

LA EDITORIAL EL CONEJO DE QUITO, ECUADOR



En 1979, un grupo de amigos del joven y brillante economista Fernando Velasco, cuyo talento prefiguraba una vida llena de promesas y realizaciones en el campo de la cultura y de las reivindicaciones sociales, resolvió honrar su memoria con la creación de una Corporación sin fines de lucro que se dedicara a la publicación de las diferentes líneas propias de la cultura ecuatoriana.

Llamaron a su corporación: El Conejo, pues ese era el cariñoso apodo con el cual todos sus amigos lo conocían. Fernando Velasco había publicado, pese a su juventud, ya algunos libros importantes como Ecuador: subdesarrollo y dependencia, Reforma agraria y Movimientos campesino indígena de la sierra, colaborado en otros y escrito artículos diversos. Con el paso de los años han pertenecido a la Editorial El Conejo, en distintas épocas, personajes de la vida política y cultural del país, como Javier Lasso Mendoza, Alberto Acosta, Javier Ponce Cevallos, el periodista Raúl Borja y, en 29 años de existencia, sólo ha tenido tres directores que han garantizado la línea política, democrática y progresista que se impuso, desde sus inicios, la Editorial: Diego Cornejo Menacho, Javier Lasso y Abdón Ubidia.

Así, pues, Editorial "El Conejo", es una Corporación sin fines de lucro, dedicada a la publicación de libros de autores ecuatorianos y a la promoción de los hábitos de lectura en niños, jóvenes y adultos.

Las primeras colecciones de libros que echó a andar El Conejo causaron una pequeña revolución en los lectores ecuatorianos. Muy importantes series de literatura como Joyas Literarias, la Gran Literatura de los años 30, Grandes Autores Ecuatorianos, Grandes Novelas de los últimos 30 años, se juntaron a la producción de suplementos culturales de notable circulación, pues acompañaban la edición dominical de periódicos como El Comercio, El Telégrafo, entre otros: La Liebre Ilustrada, Matapalo, La ManzAna, así como célebres revistas literarias como Palabra Suelta, publicación que durante más de seis años quizá fuera la más destacada en su género.

A los talleres literarios, tanto de lectura como de escritura, han concurrido muchos literatos que ahora tienen un destacado papel en las letras nacionales.

Al respecto, Editorial El Conejo organizó, en el 2004, el Primer Encuentro Nacional de Talleres Literarios que homenajeó, de modo especial, a un escritor muy vinculado a la Editorial: Miguel Donoso Pareja, y al que concurrieron varios escritores muy valiosos del ámbito nacional e internacional.

Desde su fundación hasta el día de hoy, ha cumplido una intensa labor editorial. Puede decirse –y muchos lo reconocen así– que es, a nivel nacional, la institución más importante en su género. Más de medio millar de títulos de libros, suplementos culturales y fascículos, avalan un trabajo sostenido en defensa de la libertad y la democracia. Los más destacados escritores nacionales y algunos extranjeros como José Emilio Pacheco, Eduardo Galeano, Mempo Giardinelli y Michael Handelsman, han publicado en esta editorial, y puede decirse que no hay hogar ecuatoriano culto que no tenga por lo menos un libro de El Conejo.

Sus líneas editoriales son variadas: Literatura ecuatoriana y latinoamericana: novela, cuento, poesía y teatro; estudios sociales: sociología, antropología, política; Libros de coyuntura trabajados a propósito de eventos políticos y sociales; obras trabajadas en tiempos rápidos y para grandes públicos.

A pesar de su actitud permanentemente crítica (o por eso mismo), frente a los abusos del poder, ha recibido honores y respaldos permanentes por parte de instituciones e intelectuales ecuatorianos.

La Editorial también presta otros servicios editoriales, como: edición de textos, lectura calificada de originales, levantamiento de textos, corrección de sintaxis y estilo, diagramación de libros y revistas, diseño de interiores y portadas de libros, elaboración de ilustraciones, impresión, presentación de libros, venta y distribución de libros, diseño de páginas web, e-books.

La Editorial ha recibido distinciones como la Medalla de Honor Institucional, otorgada por el Municipio Metropolitano de Quito y muchos de sus autores han sido merecedores de premios nacionales e internacionales, como los premios Isabel Tobar Guarderas, Joaquín Gallegos Lara, y a nivel internacional como el Thomas A.B. Awards que le fuera otorgado a Michael Handelsman, por su obra Leyendo la globalización desde la mitad del mundo.

* Abdón Ubidia, Director de la Editorial El Conejo