Reminiscencias del Conejo, por Guadalupe Tobar

Arte indígena - Tigua, Ecuador
La fama del economista joven se expandió entre los militantes cristianos. Siendo aún estudiantes de secundaria, tuvimos un primer encuentro con él. Nos habían convocado a una charla en San Roque, a una casa donde habitaba uno de los grupos de cristianos mayores, ya universitarios, que habían decidido compartir la vida con barrios populares de Quito. Se trataba de una experiencia apoyada por Iglesia y Sociedad en América Latina. Sería el año 1969, cuando juntarse era clandestino y pensar era subversión. Nos nutríamos de Paulo Freire, la Teología de la Liberación y de la acción eclesial de Proaño.

Tras la militancia juvenil en Acción Católica y luego del año de clausura de la Universidad Central, nos abocamos a la política universitaria engrosando las aulas de la Escuela de Sociología, enmarcados en el debate por la Fe y la Política, animados por las Encíclicas Sociales que ponían la mirada en América Latina y la opción preferencial por los pobres. Allí reencontramos al Conejo como maestro, tan joven como nosotros que nos resultaba contemporáneo. Genial pedagogo con quien muchos aprendimos a pensar, razonar, deducir y concretar.

Maestro, compañero, amigo. Luego de clases le acompañábamos a cambiarle los pañales a Juan Fernando. Compartimos farras de juventud, entonando a viva voz los cantos de la Violeta Parra y Víctor Jara. Tantas jornadas de análisis y formación política tuvieron siempre al Conejo como referente. Así llegamos a un hito importante: el primer encuentro nacional de Cristianos por la Liberación, realizado en Cuenca en 1972. Ese evento fue seriamente orientado por el Conejo, Alfredo Castillo y el Alejo Moreano, marcando un momento histórico en nuestras convicciones. Tras este evento se gestó el Movimiento Revolucionario de Izquierda Cristiana que, si bien se integró con muchos estudiantes de organizaciones de base, fue asimilado como la escisión radical de un partido político de la época.

El reto universitario se plasmó en la huelga de la Escuela de Sociología posicionando nuestro planteamiento. Aliados con la Juventud Socialista se logró el golpe maestro: derrotar el poder tradicional del PCMLE en la FEUE, aunque fue el único momento. La realidad nacional se había movido con gran velocidad y dramatismo. Todavía fuimos testigos de procesos de sangre indígena en Chimborazo a los que acudíamos durante la Reforma Agraria, afirmando nuestra vocación por lo rural y permitiendo al Conejo leer la estructura de la Hacienda Tradicional Serrana, uno de sus trascendentales análisis. El surgimiento del movimiento obrero le permitió impulsar procesos organizativos y de formación sindical. Una amplia colección de materiales pedagógicos fueron herramientas para educar a los gremios laborales, de los cuales todavía conservamos algunos manuscritos.

No era nada más que la coherencia de su pensamiento trascendiendo a la gestión. Así pensó la sociedad y fomentó organizaciones como la Federación de Organizaciones Campesinas y la Central de Organizaciones Clasistas. Pensó el desarrollo y conformó organismos como la Central Ecuatoriana de Servicios Agrícolas y la Central Ecuatoriana de Servicios Urbanos. Pensó la política social e impulsó el Movimiento Revolucionario de los Trabajadores. Pensó la política de estado y gestó el Fondo de Desarrollo Rural Marginal. Precisamente en la cima de la visión histórica, la vida nos arrebató sus secretos y su luz, pero no su memoria.

Sigues siendo maestro.

Guadalupe Tobar

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